Deflación, Hiperinflación y ahora parece que el verdadero riesgo es la estanflación. Este es un escenario que se define de forma resumida por tres parámetros que deben darse al mismo tiempo: una alta tasa de desempleo, bajos crecimientos económicos (estancamiento del PIB) e inflación.
Desde luego si nos atenemos exclusivamente a los últimos datos macroeconómicos España parece acercarse peligrosamente hacia este fenómeno conocido como estanflación. Repasemos las cifras, la Encueta de la Población Activa del tercer trimestre sitúa la tasa de paro en el 19,79%, más baja que en el trimestre anterior, pero demasiado elevada en cualquier caso. En cuanto al crecimiento económico, la economía española registró un decrecimiento de una décima en el segundo trimestre (ver datos PIB) y una rápida recuperación parece ahora mismo una quimera.
¿Y el IPC? La evolución del IPC 2010 ha sido claramente alcista, aunque ahora parece que podría estabilizarse en tasas en torno al 2%. El siguiente gráfico muestra cómo ha progresado el índice hasta septiembre y la previsión de octubre.
Con los datos en la maño se podría pensar que efectivamente existen riesgos de que España entre en estanflación, pero lo que realmente importan no son tantos las cifras actuales como las previsiones futuras -sólo hay que recordar que ya caímos en deflación técnica durante varios meses sin que hubiese preocupación porque se sabía que era algo coyuntural-. En este sentido parece que el mercado laboral no remontará a corto ni a medio plazo. Es decir, la tasa de paro española seguirá siendo alta durante bastante tiempo ya que el cambio estructural que exige el modelo productivo no se dará de la noche a la mañana.
Por eso mismo habrá que fijarse en los otros dos factores: inflación y crecimiento económico. ¿Cuál será su comportamiento? Hace tiempo El Economista escribía que todo dependerá de las materias primas y los impuestos. Dicho de otra forma, que estos dos elementos son los que pueden hacernos caer en estanflación, ya que ambos son los que pueden hacer crecer el IPC y lastrar el crecimiento económico. Pero vayamos por partes.
En primer lugar, las materias primas y especialmente el precio del petróleo se han convertido en un verdadero quebradero de cabeza para el IPC. De su evolución y de que no se dispare su precio dependerá en buena medida que la inflación se mantenga en los niveles actuales y todo parece indicar que salvo nueva burbuja el mercado se encuentra relativamente estable. Lo que la inflación subyacente nos dice es que alimentos no elaborados y energía son los causantes de que el índice suba tanto.
En segundo lugar, los impuestos pueden tener un efecto inmediato en los precios con la subida del IVA, pero su gran aportación llegará en el plano del crecimiento económico. En teoría, el aumento de la presión fiscal puede tener un efecto negativo sobre el consumo y por lo tanto ralentizar la recuperación económica, que será el verdadero caballo de batalla. Sigue preocupando el bajo crecimiento y la posibilidad de que este continúe durante los próximos trimestres.