Sin duda durante este año estamos prestando especial atención a la evolución de la economía China, que, con su ralentización por un lado, y las expectativas a medio plazo por otro, están abriendo pequeños frentes de incertidumbre que, desde todas las perspectivas, conviene seguir de cerca.
En este caso recojemos el índice de precios al consumo chino, que se nos presenta con una subida del 2,7% interanual en el último mes de julio.
Si atendemos a estos datos, comprobaremos que nos encontramos con el mismo índice con el que se cerró el primer semestre del año, y que, aún, se mantiene por debajo de lo que se instauró como límite máximo para el año 2013 por el gobierno chino: 3,5%.
En el análisis de las propias autoridades del país encontramos la atribución al aumento del 2,7% en el crecimiento del precio medio de los alimentos (un 5%). Sin embargo, este aparente margen de control al no superar el límite máximo instaurado, tiene algunas dudas importantes ya expresadas, como las dudas mostradas por el Banco Popular de China en lo que se refiere al incrementar la presión de la inflación en la segunda mitad del año, lo que deviene directamente en la política que ya lleva aplicando durante todo el presente año de estabilización monetaria.
En este sentido conviene recordar que los precios al por mayor (medidos en el Indice de Precios al Productor) mostraron una caída del 2,3% acumulando prácticamente año y medio de bajada continua; si tenemos en cuenta que la bajada de estos precios siempre viene acompañada de la baja la demanda del mercado nacional podemos asumir algunas de las claves de la ralentización de la economía del gigante asiático durante este año.
Recordamos que, incluso, en caso de cumplirse la tasa de crecimiento para este año (7,5%) estaríamos ante la tasa más baja del país en las últimas dos décadas.