Guerra del tabaco

Philip Morris sigue empeñada en desatar la guerra del tabaco en nuestro país con la tercera bajada de precios, casi consecutiva, de todas sus marcas, dejando el Marlboro en 3,85 euros (15 céntimos menos), el Chesterfield en 3,50 euros (20 céntimos menos) y L&M (10 céntimos menos).

Con esta nueva bajada, Philip Morris arrastrará consigo al resto de marcas, y elimina el factor de las marcas low cost que habían ido ganando en los últimos tiempos, a la vez que restringe su diferencial de beneficio, asumiendo el consenso del Ministerio de Industria que fija el punto cero en 3,30 euros.

El objetivo de esta estrategia de la filial española de la marca cigarrera estadounidense, es forzar al Gobierno a incrementar el impuesto mínimo que carga sobre las cajetillas de tabaco, un impuesto que se creó en el año 2006, precisamente ante otra guerra del tabaco, con continuos descensos de precios.

Ante ello, y para evitar que el tabaco fuera demasiado accesible por presentar un precio muy bajo, el Gobierno decidió imponer un impuesto mínimo, elevando así el precio de todo el tabaco. Un impuesto que, en opinión de Philip Morris es demasiado bajo, y está permitiendo que las marcas low cost se hagan con una gran cuota de mercado.

De esta manera, Altadis y Philip Morris, los grandes competidores en la gama alta del tabaco, seguirán con su guerra del tabaco hasta que el Gobierno ceda a su presión e incremente el impuesto mínimo, que iguale el precio de todas las cajetillas.

En cualquier caso, y hasta que ello suceda, el gran beneficiado es el consumidor de tabaco que puede aprovecharse de precios más económicos.

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