Durante buena parte de 2009 se habló mucho de la caída de precios y del fantasma de la deflación. De hecho, desde un punto de vista técnico y ateniéndonos a la definición que el FMI hace del término, la economía española estuvo en deflación, entendida esta como la caída generalizada del nivel de precios de bienes y servicios en una economía. Según el FMI para que una economía pueda considerarse en deflación esta caída debe ser sostenida durante seis meses. En el caso de España, esta situación se dio durante buena parte del pasado ejercicio.
La evolución del IPC en 2010 ha dado una de cal y otra de arena en cuanto a caídas y subidas. De esta forma,en enero subió pero bajó en febrero (algo previsible) y ahora parece que en marzo vuelve a subir más de lo anticipado por los expertos. Según el dato del IPCA adelantado, la inflación crecerá cinco décimas hasta el 1,4% (los analistas anticipaban un 1,2%). Una vez más, las causas del incremento hay que buscarlas en el ámbito energético y más concretamente en los carburantes, así como en un sostenimiento de los precios de los alimentos.
En un interesante post Jesús Pérez se pregunta si nos enfrentamos a deflación o inflación y explica como en realidad la inflación es un fenómeno monetario y que si nuestro sistema ha tenido una importante creación de moneda, o la drenamos del sistema cuando vuelva la demanda a recuperarse, o nos enfrentaremos a un fenómeno de inflación. Durante las épocas de bonanza y ahora como respuesta a la crisis, el sistema ha inundado el mercado de liquidez para sostener la demanda, que si bien ha caído, este descenso no ha sido tan acusado.
Tarde o temprano la demanda terminará recuperándose y entonces habrá que ver si el sistema ha sido capaz de eliminar ese exceso de liquidez, algo que parece improbable y que nos llevaría a experimentar una fuerte inflación.