La inflación es un impuesto oculto que el ciudadano medio no percibe.
Lo que significa es que cuando aumenta el nivel general de precios, las deudas pierden valor (tanto las privadas como la deuda pública) y nuestro patrimonio también.
Lo positivo es tener dinero en una cuenta corriente sin remuneración es la mejor forma de arruinarlo sin arriesgar. Cada año se irán perdiendo valor, sin necesidad de hacer nada más que tener el dinero en el banco.
Por el momento la inflación también tiene efectos en los impuestos que pagamos. Esto quiere decir que si suben los precios, sube el IVA, por ejemplo. En el IRPF, si las tarifas van acompañadas de deflación cada año (se adecuan a la inflación), pagamos más cada año a pesar de que nuestro poder adquisitivo se haya mantenido estable.
La inflación como impuesto no tiene costes de recaudación. Los países menos desarrollados, cuyo sistema tributario es muy endeble, la utilizan a modo de impuesto clásico: para pagar a sus proveedores, por ejemplo, el Estado imprime papel moneda (o anotaciones en cuenta).
Mientra mas aumenta la oferta monetaria, baja el precio del dinero (aumenta la inflación, ya que hay que pagar más dinero por el mismo bien o servicio). Esta política es nefasta a medio plazo, ya que produce que la moneda nacional valga menos respecto al resto de divisas, con lo que el país se empobrece respecto al exterior.
En los países más desarrollados los mecanismos para contener la inflación son claros, como por ejemplo el mandato en este sentido que tiene el Banco Central Europeo (BCE).
El arma más conocida para combatirla es aumentar los tipos de interés: si el crédito es más caro, ya que esto sucede cuando hay menos consumo e inversión, con lo que los precios de los bienes y servicios experimentan menos demanda y, por tanto, menos presión al alza de sus precios.
El objetivo del BCE pasa por mantener la inflación a medio plazo a un nivel inferior.
Por otro lado, los salarios están creciendo a un ritmo inferior (1,7% interanual en el primer trimestre de 2011) al incremento de costes no-salariales, con lo que, sin duda, no se puede culpar a los trabajadores de la inflación actual.
La encuesta realizada por el BCE a expertos en previsión económica sobre la evolución de la inflación revela lo siguiente:
Predicción de la inflación del año 2011 (IAPC): 2,6%.
Inflación año 2012: 2%.
Inflación año 2013: 1,9%.
Inflación a más largo plazo: 2%.
Por tanto podemos concluir que la inflación para la zona euros del 2012 será del 2%, según las diferentes previsiones utilizadas.
En cuanto a la inflación en España, Funcas nos dice que la inflación cerró junio en el 3,2% (y julio de 2011 el IPC ha cerrado en el 3,1%). Sus previsiones son:
IPC de 2012: 1,6%. Un 2,2%.
Sin duda no es la inflación la variable económica que nos tiene que importar en los próximos años, sino el crecimiento económico (PIB) y el paro.
El promedio de las variaciones de los precios de los bienes y servicios que componen la canasta familiar que es adquirida por los hogares colombianos para su consumo, registró en el año 2011 un crecimiento del 3,73%, superior en 0,56 puntos porcentuales al registrado en el año anterior (3,17%).
En pocas palabras la inflación 2011 ha sido más alta que la inflación 2010, y eso no se puede negar. Veamos ambas evoluciones.